A manera de crítica constructiva quiero contarles mi experiencia en la visita que realicé, junto con mi familia, a la Feria de la Naranja, el día domingo 11 de febrero.
Motivado por la amplia difusión a esta feria, en los periódicos, radio y televisión nos dirigimos a Ciudad Colón. Por el camino comprobamos el apoyo de la comunidad o bien el trabajo del comité organizador de colocar vallas y mantas para anunciar la feria. Ya en el lugar, los cuida-carros, muy bien organizados, le indican donde estacionarse y luego hacia donde dirigirse. Hasta aquí todo bien. Al llegar al recinto de la Feria comprobamos que la misma se compone básicamente de dos espacios, uno para las ventas de artesanía, un poquito caliente pero ordenado, pero donde se ofrecían collares y más collares. No culpo a los vendedores, porque seguramente son los artículos más vendidos, pero si que hace falta diversificar la oferta.
El otro recinto, un local nuevo y bien construido, albergaba la venta de frutas (naranjas, mandarinas, limones, mangos, cebollas, melones y fresas), y las ventas de comida. Aquí realmente es donde estaba mal la cosa, pues el espacio es muy pequeño para tanta gente, por cuanto el tránsito era dificil y el calor tremendo. Pero lo más trágico de todo era la fila que había que hacer para comprar en el único puesto de venta de comida (chicharrones de Puriscal), la fila era interminable y cuando finalmente la gente lograba el anhelado plato de comida, sencillamente no había donde sentarse.
Por otra parte, la naranja, el objeto central del evento, estaba tímidamente representado en un puesto de venta de jugo y en las mallas que se vendían a 500 colones cuando en la Feria del Agricultor estaban a 400 y hasta 300 la misma malla. Luego nos contaron que es que la cosecha en Acosta estuvo muy mala por los vientos. Otra cosa que sorprende es que los palos de naranja no se ven por ningún lado, incluso en la explanada construida recientemente sembraron palmeras, cuando lo lógico hubiera sido plantar árboles de naranja.
En fin. la visita a la Feria de la Naranja, no duró más de una hora, porque los niños estaban aburridos y no había esperanza de conseguir el tan ansiado plato de chicharrones.
Como dije al inicio, la idea es hacer una crítica constructiva, porque a estas ferias va mucha gente y se repiten los mismos problemas: falta de estacionamiento, poca oferta de comida, pocas facilidades para gente con niños o adultos mayores, por ejemplo sentarse, y la casi total ausencia del producto que debería ser el protagonista de la feria, por ejemplo la naranja representada en mermeladas, cajetas, vinos, artesanías, etc. Y como en el país la organización de estos eventos anda al garete, creo que es deber de todos contribuir a mejorarlas, porque realmente es un medio muy interesante para rescatar nuestras costumbres y productos.
Esperamos los cambios para la próxima edición.
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