Buscar en este blog

28 de abril de 2020

Efectos de la pandemia sobre la producción agrícola para el mercado interno

German Masís
El Ministerio de Agricultura y Ganadería estimó recientemente que la pandemia ha afectado la producción agrícola destinada al consumo interno en un monto cercano a ¢1.322 millones, luego de consultas hechas a los productores por los funcionarios de las oficinas regionales. Ubicando la afectación por cultivo, señala que el mango, ha tenido una pérdida estimada de ¢350 millones, le siguen el plátano con ¢269,5 millones; la zanahoria con ¢250 millones; la leche con ¢156,8 millones; la cebolla y el ajo con ¢76 millones; y el queso con ¢ 63 millones.

También se encontraron pérdidas importantes en fresas, frutas, guayaba y otras hortalizas, además en empresas que producen para el Programa de Abastecimiento Institucional (PAI), que en el sector de cárnicos reportan ¢194 millones y en el de pollo y huevo, por ¢121 millones, para un total de ¢315 millones. (LN, Economía,17-4-20)

Esta afectación se debe principalmente a variaciones en la demanda y a cambios en las cadenas de distribución debido a las medidas de restricción que impone la pandemia, dijo el Ministro de Agricultura (CRHoy,17-4-20). No obstante, frente a la valoración de las pérdidas en actividades dirigidas al mercado interno, la principal preocupación debe ser profundizar en los efectos en los sistemas de producción de la agricultura familiar y en las alternativas que los pequeños productores y microempresarios están desarrollando para reestablecer la producción y el comercio agroalimentario.

17 de abril de 2020

Valorización de lo local

Uno de los efectos no esperados de la globalización es el interés que se ha despertado por la valorización de culturas, hábitos y creencias asociados con territorios específicos.

Buena parte de los consumidores comienza a sentir malestar hacia corrientes que parecen homogeneizar la cultura alimentaria y uniformizar la dieta y los hábitos alimenticios, con patrones alejados de sus tradiciones. En respuesta, se ha producido un movimiento de rescate de las comidas locales, lo que representa una nueva oportunidad para las agroindustrias rurales. El movimiento que más caracteriza esta corriente es el “Slow Food”, que se inició en Italia hace unos 20 años y que hoy tiene cientos de miles de seguidores organizados en grupos nacionales en más de 70 países.

Dos factores coadyuvan a potenciar esta oportunidad; por un lado, la articulación con el turismo rural, por medio principalmente del desarrollo y promoción de “rutas gastronómicas”, asociadas directamente con productos típicos de un territorio. Por otro lado, la aplicación de la normativa internacional para la protección de productos con identidad territorial, mediante sellos de identidad geográfica o de denominación de origen.