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14 de diciembre de 2016

Elaboración de mermeladas

La elaboración de mermeladas sigue siendo uno de los métodos más populares para la conservación de las frutas. Se la define como un producto de consistencia pastosa o gelatinosa, obtenida por cocción y concentración de frutas sanas, adecuadamente preparadas, con adición de edulcorantes, con o sin adición de agua, hasta alcanzar una concentración de azúcar de 65 °Brix. La fruta puede ir entera, en trozos, tiras o partículas finas y deben estar dispersas uniformemente en todo el producto. El principio básico de conservación del producto es su baja humedad y su alta concentración de azúcar, que limitan el crecimiento de los microorganismos. Si la mermelada se envasa en frascos de vidrio muy bien cerrados no es necesario agregar preservantes.

Se pueden obtener mermeladas a partir de una amplia variedad de frutas y también de algunas hortalizas, pero las de mejor resultado son aquellas que tienen un balance adecuado de dulzura y acidez y un aroma característico, tales como la guayaba, naranja, piña, fresa, manzana, melocotón, higo y mora.

Producir una buena mermelada es un proceso complejo, que requiere de un óptimo balance entre el nivel de azúcar, la cantidad de pectina y la acidez. La pectina es una sustancia extraída de algunas frutas, la cual, en presencia de azúcar, agua, ácido y calor, es capaz de formar un gel que da a la mermelada la consistencia deseada.

El producto debe presentar un color brillante y atractivo, reflejando el color propio de la fruta. Además debe aparecer bien gelificada sin demasiada rigidez, de forma tal que no chorree, pero pueda extenderse perfectamente sobre el pan.