Buscar en este blog

17 de abril de 2020

Valorización de lo local

Uno de los efectos no esperados de la globalización es el interés que se ha despertado por la valorización de culturas, hábitos y creencias asociados con territorios específicos.

Buena parte de los consumidores comienza a sentir malestar hacia corrientes que parecen homogeneizar la cultura alimentaria y uniformizar la dieta y los hábitos alimenticios, con patrones alejados de sus tradiciones. En respuesta, se ha producido un movimiento de rescate de las comidas locales, lo que representa una nueva oportunidad para las agroindustrias rurales. El movimiento que más caracteriza esta corriente es el “Slow Food”, que se inició en Italia hace unos 20 años y que hoy tiene cientos de miles de seguidores organizados en grupos nacionales en más de 70 países.

Dos factores coadyuvan a potenciar esta oportunidad; por un lado, la articulación con el turismo rural, por medio principalmente del desarrollo y promoción de “rutas gastronómicas”, asociadas directamente con productos típicos de un territorio. Por otro lado, la aplicación de la normativa internacional para la protección de productos con identidad territorial, mediante sellos de identidad geográfica o de denominación de origen.
Las “rutas gastronómicas” que tienen una tradición en Europa, principalmente asociadas al vino, poco a poco comienzan a desarrollarse en el contexto latinoamericano, con un cierto liderazgo en Argentina y con manifestaciones en varios otros países. Los sellos de identidad geográfica y de denominación de origen, también con larga tradición en Europa y focalizada en productos como vinos, quesos y derivados cárnicos, han venido ampliando su aplicación en países de América Latina. La mayor manifestación está en México, donde hay más de 20 productos con esta diferenciación, entre los que están el tequila, el mezcal, los cafés de Veracruz y Chiapas, los quesos de Cotija y la vainilla de Veracruz.

Frente a la perspectiva planteada hay dos grandes retos para las agroindustrias rurales. En primer lugar, la limitada infraestructura local en servicios básicos, como vías y medios de comunicación, agua y electricidad, que dificultan la movilización de consumidores urbanos a esos territorios con productos especiales. En segundo término, el incipiente desarrollo de la normativa e institucionalidad que requiere como soporte la aplicación de los sellos de identidad territorial.

Hay que considerar, además, que este segmento de mercado sensible a la identidad territorial de los productos es también relativamente pequeño. Con toda la tradición que hay en Europa respecto de este tipo de diferenciación, distintos estudios coinciden en que en los países donde esta práctica está más arraigada el peso relativo en el mercado total de alimentos y bebidas es menor al 10%, con importancias relativas altas en productos específicos.

Fuente: Hernando Riveros, Agroindustria rural
Lectura actualizada de sus desafíos. Revista COMUNIICA, 2005.

No hay comentarios:

Publicar un comentario