Uno de los efectos no esperados de la
globalización es el interés que se ha despertado por la valorización de culturas,
hábitos y creencias asociados con territorios específicos.
Buena parte de los
consumidores comienza a sentir malestar hacia corrientes que parecen
homogeneizar la cultura alimentaria y uniformizar la dieta y los hábitos
alimenticios, con patrones alejados de sus tradiciones. En respuesta, se ha
producido un movimiento de rescate de las comidas locales, lo que representa
una nueva oportunidad para las agroindustrias rurales. El movimiento que más
caracteriza esta corriente es el “Slow Food”, que se inició en Italia hace unos
20 años y que hoy tiene cientos de miles de seguidores organizados en grupos
nacionales en más de 70 países.
Dos factores coadyuvan a
potenciar esta oportunidad; por un lado, la articulación con el turismo rural,
por medio principalmente del desarrollo y promoción de “rutas gastronómicas”, asociadas
directamente con productos típicos de un territorio. Por otro lado, la
aplicación de la normativa internacional para la protección de productos con
identidad territorial, mediante sellos de identidad geográfica o de
denominación de origen.
Frente a la perspectiva
planteada hay dos grandes retos para las agroindustrias rurales. En primer
lugar, la limitada infraestructura local en servicios básicos, como vías y medios
de comunicación, agua y electricidad, que dificultan la movilización de
consumidores urbanos a esos territorios con productos especiales. En segundo
término, el incipiente desarrollo de la normativa e institucionalidad que
requiere como soporte la aplicación de los sellos de identidad territorial.
Hay que considerar, además, que este segmento de mercado sensible a la
identidad territorial de los productos es también relativamente pequeño. Con
toda la tradición que hay en Europa respecto de este tipo de diferenciación,
distintos estudios coinciden en que en los países donde esta práctica está más
arraigada el peso relativo en el mercado total de alimentos y bebidas es menor
al 10%, con importancias relativas altas en productos específicos.
Fuente: Hernando Riveros, Agroindustria rural
Lectura actualizada de sus desafíos. Revista COMUNIICA, 2005.
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