La feria del mango
se celebró este último fin de semana en Turrubares, en su tercera edición según
la promoción efectuada, aunque en mi caso conocí de su existencia hasta este
año.
Al principio cuando
llegué, luego de tomar el desvío a Turrubares por la ruta a Caldera, la
encontré un poco desolada, pero pensé que probablemente es poco conocida, pero
que a medida que se iba acercando el medio día, habría mayor afluencia de
visitantes, lo cual efectivamente ocurrió.
La feria se
encontraba ubicada frente a la iglesia en poco menos de 100
metros, por tratarse de una feria pequeña, unos cuatro o cinco toldos y algunos
puestos en madera, en el centro un camión tipo tráiler con un par de
amplificadores para la música y en la soda a la entrada de la iglesia una venta
de comidas.
En un primer
recorrido, pasé por los toldos de productos derivados del mango, por la
inquietud de que el mango es una fruta con la que se pueden elaborar muchos
productos y que tiene gran potencial agroindustrial.
Comencé en el
puesto de batidos de mango, saboreando uno de ellos, elaborado con pulpa de
mango natural, junto a la mermelada de mango dulce y verde y los helados de
mango, productos elaborados de manera muy artesanal por una familia de la zona.
Luego en el puesto
de la Escuela de Purires, ofrecían jugo de mango, helados, postres, como el mouse
y quequitos, todos de mango y elaborados de manera natural por padres de
familia de la Escuela.
En otro puesto,
también había jugo de mango un poco más concentrado, acompañado de repostería
pancitos, empanadas y quequitos para acompañar el jugo.
Luego, dos puestos
más que ofrecían vinagre y productos de limpieza para el hogar, elaborados
a partir del mango como materia prima, que
en su elaboración artesanal resultaban novedosos para los visitantes.
Al final de los
lugares relacionados con el mango, el recorrido por los tres puestos dedicados
a la venta de mango en fresco, pudiendo
seleccionar los más grandes para efectuar la compra, uno de los
objetivos del viaje.
Junto al mango,
vendían aguacate criollo, naranja, pejibayes, elotes, nances, plátanos y hasta
manzanas y plantas ornamentales, éstos últimos productos venidos de fuera de la
zona.
En términos de la
oferta de productos agroindustriales, se ofrecía café tostado y en grano,
elaborado por la Asociación de Productores del Cerro Turrubares, que también
ofrecía jaleas y panes caseros y la miel de abeja en diferentes presentaciones
elaborada por Productos Apícolas La Esperanza de San Luis de Turrubares.
Los demás puestos
estaban dedicados a la venta de ropa, bisuitería, muebles y artesanía en madera
y en barro, que completaban una pequeña feria, de carácter muy comunal con la
participación de pocos productores y de varias organizaciones de la localidad.
Autor: German Masís M.
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