Autor: Marvin Blanco M,
Aprovechando un paseo
familiar a la playa (Jacó) pasamos a la
feria de las frutas de Orotina, evento dedicado a la promoción y
comercialización de la amplia oferta de frutas
que se cultivan en el cantón alajuelense y alrededores, entre ellos: sandía, melón,
marañón, aguacate, mango, guanábana, papaya, guaba, zapote, caimito, guinda, níspero,
piña, mandarina, naranja, pejibaye y granadilla.
La feria, que llegó
este año a su edición 18, es organizada por la Cámara de Comercio, Industria,
Turismo y Afines de Orotina y se realiza en el campo ferial, un espacio amplio
con instalaciones bajo techo muy apropiadas para resguardar a los visitantes
del fuerte calor que hace durante el mes de marzo.
Al recinto ferial
llegamos preguntando a varias personas pues no había ningún tipo de señalización
ni promoción de la feria en la calles de acceso a Orotina. Al llegar al portón
de entrada se nos indicó que adentro no había más espacio para parqueo por
cuanto había que dejar el vehículo afuera sobre la carretera, cosa que no nos
extrañó pues es la misma situación en la mayoría de los eventos de este tipo que
se organizan en el país. Caminamos pues hasta el sitio de la feria y nos
encontramos un espacio muy amplio con áreas para parqueo, competencia de rally,
juegos mecánicos, área de comidas, área de venta de frutas, pista de baile y
muchos puestos de venta de baratijas. En general, el ambiente era bonito, más
parecido a unas fiestas populares que a una feria agroturística, que es como se
promocionan estas actividades en la prensa y televisión.
El área de venta
de frutas (el objetivo de la visita) se localizaba en un área bajo techo, bastante
amplia con puestos de venta de frutas alrededor del perímetro y centro del
local, la mayoría más bien sencillos, sin mayor atractivo. La variedad de
frutas exhibía era amplia y los precios similares a los de las ferias del
agricultor (el precio no es un factor decisivo en la compra por parte de los visitantes
de estas ferias), no obstante el hecho de que se tuvo que dejar el vehículo a 500
metros, le hace pensar a uno si compra o no una sandía de 6 Kg.
Entre los
productos procesados, estaban los tradicionales: banano pasa, semilla de
marañón, conserva de marañón (de muy buena calidad), cajetas de coco y leche,
tamarindo y miel de abeja. Mención aparte merecen los helados de mango, muy
demandados por los visitantes, por lo atractivos y para refrescarse. También se
ofrecía pipa fría y batidos de frutas. En otro sector había venta de
artesanías, aunque había pocos puestos y de poco atractivo.
Evaluación de la feria: el evento se ubica en un lugar apropiado
con instalaciones amplias y adecuadas. Más que una feria agroturística se puede
considerar un turno popular donde las frutas no son el atractivo principal, le
falta promoción, mejor decoración de los puestos, concursos, degustación de
frutas y una mayor oferta de productos procesados y platos a base de frutas. La ausencia de señalización, mantas y afiches,
impiden captar una mayor cantidad de visitantes (compradores de frutas), especialmente parte del flujo turístico
hacia las playas de Jacó y Puntarenas. Los
atractivos complementarios (rally, juegos mecánicos, paseos en helicóptero,
baile popular) son un buen complemento de la feria, aunque hace falta una mayor
integración, para que no se vean como actividades independientes.
Las ventas de baratijas, seguramente contribuyen a la captación
de recursos, pero no tienen ningún atractivo y no se deberían tener lugar en
una feria agroalimentaria, mismo comentario aplica para las frutas importadas
(manzanas, uvas, duraznos y ciruelas). Respecto al área de parqueo, se requiere
una mejor gestión, porque disponiendo de tanto espacio no se justifica limitar
el acceso al campo ferial, obligando a los visitantes a caminar con la carga de
frutas compradas.
El balance de la visita a la feria de las frutas es positivo, aunque esperaba más de esta feria puesto que ya tiene 18 ediciones; los organizadores deberían reorientarla hacia una verdadera feria agroalimentaria, turística y artesanal, donde las frutas, las comidas típicas y otras muestras de la cultura local sean las protagonistas del evento, mientras las demás atracciones deben girar a su alrededor como elementos que complementan el programa de actividades.
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