La edición 2016 de
la Feria del Queso Turrialba se realizó por segundo año consecutivo en el Campo Ayala de Paraíso
de Cartago, un lugar muy amplio tanto en sus instalaciones internas
dedicadas a exposiciones ganaderas, como en el área frontal destinada al
estacionamiento de vehículos.
Es evidente que la
feria del queso, que surgió inicialmente en Santa Cruz, ha resuelto las limitaciones
de espacio en la plaza de deportes y las dificultades de parqueo en la calle
principal de aquella localidad. También, es una mejor ubicación que la finca cercana a La Pastora, que,
aunque muy amplia, su topografía irregular y la lluvia de la época provocaba algunos
problemas de barriales y de movilización por el lugar.
La feria del 2016,
reproduce un modelo que se ha venido consolidando en los últimos años desde que
salió de Santa Cruz y se fue para Turrialba centro: efectuar una feria que tiene
como atractivo el queso, pero que también incluye la venta de productos diversos
con el fin de convertirla en una feria rentable para los organizadores.
En esta ocasión, en
el sector de actividades queseras, se ubicaron cerca de 9 empresas de productos
lácteos de Santa Cruz, la mayoría de ellas plantas semi-industriales, tales como
Las Virtudes, El Torito, Bella Vista, La Finca, Santiesteban y Granja Miravalles,
además de la empresa de quesos Le Chaudron y Lácteos Tío Luis de la vecina
comunidad de Capellades, que producen quesos de diferentes tipos y otros
derivados lácteos.
En un área aledaña,
había venta de productos agroindustriales diversos, como conservas de frutas, vegetales
y vinos, artesanías, pinturas, ropa y bisutería de diversas procedencias. En
otra área había venta y degustación de café, tortillas de queso, pan casero,
repostería y postres de la zona de Turrialba.
Además de locales de venta de orquídeas, flores, plantas y hortalizas de
otras zonas de Cartago.
Por otra parte,
había una sección amplia de comidas y bebidas tradicionales, tales como
casados, gallo pinto, gallos, picadillos, refrescos naturales y gaseosos,
bebidas calientes y sándwiches.
En el área exterior
de la feria se ubicó una tarima para presentaciones artísticas, además de juegos para niños, actividades que terminan de integrar la oferta de
espacios de ventas de diferentes productos que ya se ha hecho tradicional en
las ferias de productos en todo el país.
El balance que nos
deja la feria del queso de este año es que ha logrado establecerse en un campo ferial,
en el que se puede organizar muy bien y cobrar por el parqueo, atraer una buena
cantidad de visitantes, vender un poco de queso, pero sobretodo lograr que el
evento sea rentable. Por otro lado, se ha perdido bastante el carácter identitario
de feria agroturística de la comunidad de Santa Cruz y donde el queso Turrialba
parece haber cedido el protagonismo a otros productos lácteos y
agroindustriales.
Nos parece
comprensible que el comité organizador haya buscado un lugar más amplio para
instalar la feria, porque facilita la visitación y permite recuperar la
inversión, pero se debe revisar el concepto de feria agroturística que debería
mostrar este tipo de eventos. En este caso se debe volver a colocar el queso
Turrialba artesanal como el centro de la feria y organizar diferentes
actividades que contribuyan a promover la cultura asociada a la producción del
queso. En fin, se trata de hacer que la
mayoría de actividades giren alrededor de la temática quesera, tal es el caso
de las comidas, panes y repostería y los artículos de artesanía. Además, promocionar los atractivos
turísticos del territorio quesero (por ejemplo recuperar el proyecto de Ruta
del Queso), realizar actividades artísticas que cuenten la historia del queso
Turrialba y ofrecer artículos promocionales de la feria (llaveros, gorras,
delantales, camisetas, etc.). Por último, aprovechar el espacio para promover el
sello de denominación de origen Queso Turrialba. Esperamos ver los cambios en la próxima
edición.
Autores: German Másis y Marvin Blanco.
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