Por German Masís Morales
Solo llegar a San
Jerónimo de Esparza, era un desafío para quienes desde el Valle Central nos
motivamos con la Feria del Aguacate, promocionada por algunos medios de
comunicación.
Presentía que se trataba
de una comunidad que había conocido hace 20 años, durante un viaje típico de un
equipo de futbol que había aceptado un encuentro deportivo en un pueblo desconocido del Pacífico
Central.
En efecto, por referencias
de gente de la zona, supimos que la feria se ubicaba en el sector de Macacona,
en el cruce del antiguo restaurante de Parmenio
6 km. al norte, pasando el puente sobre el río Barranca, por cierto bastante
seco. La feria estaría situada en aquel poblado que había conocido muchos años
atrás por los motivos futboleros.
Llegando al lugar, entre grandes extensiones de potrero dedicadas a la ganadería, en uno de ellos divisamos algunos ranchos y cobertores que se terminaban de instalar y al lado un amplio parqueo que ofrecía seguridad a los vehículos de quienes nos acercábamos sigilosos tratando de confirmar si ahí era la feria anunciada.
Llegando al lugar, entre grandes extensiones de potrero dedicadas a la ganadería, en uno de ellos divisamos algunos ranchos y cobertores que se terminaban de instalar y al lado un amplio parqueo que ofrecía seguridad a los vehículos de quienes nos acercábamos sigilosos tratando de confirmar si ahí era la feria anunciada.
Apenas ingresar,
unos enormes aguacates colgando y muchos otros en un recipiente de madera, nos
anunciaban que estábamos en la feria de los aguacates criollos del mayor tamaño
que habíamos conocido y que también vendían arbolitos del mismo cultivo, por si
queríamos experimentar con éstos en otras zonas del país.
En realidad, sólo
había dos puestos dedicados a la venta de los aguacates locales y una de ellas,
también vendía otras frutas como mangos y naranjas de la zona (fuimos el primer día de la feria). En cuanto a los demás puestos, uno estaba
destinado a la venta de mermeladas de papaya de un grupo de mujeres de una comunidad
cercana, otro a la venta de miel de abeja tradicional y abono orgánico de una
organización ambientalista de la zona y los demás ofrecían comidas, bebidas o
artesanías, amenizados por una alegre música en un lugar dedicado a
presentaciones musicales durante el fin de semana.
Pudimos comprobar
que la feria fue impulsada por la Cooperativa de Productores Agropecuarios de
San Jerónimo, conformada por pequeños agricultores, con el apoyo del Centro
Agrícola Cantonal de Esparza, e instituciones y empresas ubicadas en el cantón.
Este grupo de
productores ganaderos y agrícolas de la comunidad de San Jerónimo, producen
diversas frutales del Pacífico, pero consideran que el aguacate que cultivan es
único y especial por su tamaño y calidad, lo que le asigna un gran potencial en
el mercado nacional.
Se trata de la
primera edición de una pequeña feria agroturística en una comunidad muy rural,
que los productores de la zona pretenden poner en el escenario nacional, así
como a su producto estrella “el aguacate” de una variedad criolla de gran
tamaño.
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