La actividad turística en pequeñas dimensiones tiene la capacidad de ser algo hermoso y generador de intercambios y diálogos que difuminen supuestas dicotomías como la urbana y la rural o que derriben estereotipos y fronteras, tanto externas como internas. Pero como ocurre con tantas otras cosas, encajada en los moldes de la búsqueda ciega de beneficio, mercantiliza lo material y lo inmaterial, y transforma irreversiblemente los territorios. Que el balance final sea bueno o malo depende de cada caso y de quien lo mire, pero desde la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas apostamos por dejar a un lado los cristales convencionales y valorar otras dimensiones de la economía, como la vida.
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